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* Los Chinijo,... juguetes del océano


Las islas en que vivo:

Un día habrá una isla
que no sea silencio amordazado
Que me entierren en ella,
donde mi libertad dé sus rumores
a todos los que pisan sus orillas.

Solo no estoy. Están conmigo siempre
horizontes y manos de esperanza,
aquellos que no cesan
de mirarse la cara en sus heridas,
aquellos que no pierden
el corazón y el rumbo en las tormentas,
los que lloran de rabia
y se tragan el tiempo en carne viva.

Y cuando mis palabras se liberen
del combate en que muero y en que vivo,
la alegría del mar le pido a todos
cuantos partan su pan en esta isla
que no sea silencio amordazado.

De ahí me llega toda esta palabra,
aún en boreales inocencias
y sin abrir los ojos todavía.
Palabras que me dejan al oído
un delgado rumor de caracola.

@Pedro García Cabrera.


La mayor de las islas que componen el primer Parque Natural marítimo-terrestre declarado por el Gobierno de Canarias, el Archipiélago Chinijo, tiene una extensión superficial de 27 kilómetros cuadrados, y se denomina La Graciosa, con un censo de 637 habitantes( Instituto Nacional de Estadística 2005) . La población se concentra en Caleta del Sebo, siendo el otro núcleo construido Pedro Barba.
Montaña Bermeja y la playa de Las Conchas
Situada al norte de Lanzarote, queda separada por el estrecho de El Río.
A diferencia de los otros islotes del conjunto, La Graciosa presenta una superficie más llana, con playas en sus costas y sobresaliendo varios conos volcánicos. Su máxima altitud es la montaña de Pedro Barba. Este cono forma conjunto con otros edificios volcánicos, entre los que destacan Las Agujas Grandes y Las Agujas Chicas. Aquí es claramente perceptible la incidencia de la erosión, que ha labrado una amplia serie de surcos en sus vertientes. Separado de este conjunto, está la montaña de El Mojón (168 metros). En el extremo septentrional, junto a la playa de Las Conchas, y contrastando con el color de sus arenas, el cono de Montaña Bermeja, que derramó sus coladas lávicas hacia el norte.

Marcando el sur insular, la Montaña Amarilla, es un edificio afectado por la erosión marina, y claro ejemplo de un fenómeno de hidrovolcanisrno. La disposición del relieve y las amplias llanuras existentes, determinan la facilidad que tienen las arenas para circular movidas por el viento. Así, amplias extensiones lávicas aparecen total o parcialmente cubiertas de jable. Precisamente en es tas áreas se desarrollan comunidades de plantas psamófilas.

En estas amplias extensiones de arena se encuentran infinidad de moluscos terrestres fósiles, caracoles, que señalan la existencia de un clima más húmedo en el pasado. La alternancia de malpaíses y jables determinan una especial distribución de la vegetación. En ocasiones, las plantas se refugian en algunos pequeños amontonamientos de lava, caso de las comunidades de cuernúas (Caralluma burchardi,).

La presencia humana constante, ha determinado que el interés faunístico de la isla sea inferior al de los otros islotes del conjunto, aunque en todo caso, destacado. En la actualidad, la economía insular está ligada al mar, pues las parcelas de cultivo de secano existentes, se hayan prácticamente abandonadas.

La isleta de Alegranza, con una superficie de unos 10 kilómetros cuadrados, supone el punto más septentrional del Archipiélago. Situada al norte de Lanzarote, su máxima altitud se encuentra en la Caldera, de unos 298 metros.

El relieve de la isla viene definido en buena parte por la Caldera, considerada una de las más completas del Archipiélago. Se trata de un amplio edificio de origen hidrovolcánico, de unos 1.300 metros de diámetro y unos 250 de profundidad. En la vertiente oeste, la erosión marina ha labrado un gran acantilado, que descubre su estructura interior.


El Faro de Punta Delgada, AlegranzaSeparados por la plataforma central, al este se encuentran alineados otros tres conos volcánicos, asimismo recortados por el mar: Montaña de Lobos (220 metros), Morro de las Atalayas (130 metros) y Morro de la Rapadura (130 metros). Las coladas lávicas emitidas desde dichos conos, recubren buena parte de esta meseta. Entre los malpaises y otros aparatos volcánicos menores, aparecen algunas pequeñas cuencas endorreicas, donde se acumula una arcilla salitrosa. Ya en el sector norte, aparece una zona llamada El Jablillo, ocupada por las finas y blancas arenas lanzadas por el mar y el viento hacia el interior.

La cubierta vegetal es la propia del piso basal canario, con abundante presencia de comunidades halófilas. Las tabaibas desarrollan unas formas espectaculares, en aquellos sectores de fuerte viento. En las áreas de cultivos abandonados, crecen profusamente las aulagas y, sobre todo, una planta introducida: el bobo o tabaco moro (Nicotiana glauca)

Alegranza es lugar de refugio y nidificación de numerosas aves. Destacan las rapaces, caso del guincho (Pandion haliaetus) con dos o tres parejas, y el escaso halcón de Eleonor (Falcon eleonorae). Pero son, sobre todo, las aves marinas las más abundantes. Sobresale una numerosa colonia de pardelas (Calonectris diomedea), de las que se conservan restos de no muy lejanas matanzas, cuando esta especie suponía un elemento importante dentro de la economía insular. La colonia actual de pardela cenicienta, es una de las mayores de la Macaronesia, y asciende a unas 10.000 parejas.

Montaña Clara, es la más pequeña en extensión (1 kilómetro cuadrado) de las tres pequeñas islas que conforman el archipiélago menor. Se sitúa al norte de Lanzarote, entre La Graciosa y Alegranza. Su máxima altitud es La Mariana, de 256 metros.

Resulta evidente el origen de su nombre, si tenemos en cuenta los tonos claros del cono volcánico que ocupa buena par te de su superficie. Su cráter, abierto al norte, está ocupado en su fondo por el mar, formando una pequeña ensenada.


Montaña Clara está situada al oeste, la erosión marina ha desmantelado buena parte de este edificio, dejando un acantilado de unos 200 metros de altitud. En un abigarrado conjunto de colores, es posible re construir las fases de formación del mismo, con la presencia de diques, chimeneas y estratos de piroclastos. A lo largo del perfil costero, el mar ha excavado una serie de grutas y piscinas naturales, sin que pueda hablarse de auténticas playas. El Llano del Aljibe, situado al sur, es la parte más llana de la pequeña isla. Aunque nunca ha estado habitada de forma permanente, no por ello ha dejado de conocer la incidencia de la actividad humana, produciendo sensibles transformaciones. A. Millares Torres cita en su Historia de las islas, una publicación de R. Silva Ferro en la que se apunta:

«un pequeño manantial que corre en dicho islote, atraía en otro tiempo una multitud de canarios; pero los pescadores incendiaron la maleza que crecía en los contornos y estos hermosos pájaros han desaparecido.»

Sin embargo, y a pesar de su reducida superficie, Montaña Clara sigue siendo un importante refugio faunístico, sobre todo de aves. El halcón de Eleonor nidifica en sus cantiles, aprovechando el abundante alimento que suponen las especies migratorias que por aquí pasan. El guincho o águila pescadora está también presente.

Las aves marinas son las más abundantes, caso de las pardelas, con la presencia, asimismo, de especies escasas dentro y fuera del Archipiélago: paiño pechialbo (Pelagodroma marina), paiño común (Hydrobates pelagicus), paiño de Madeira (Oceanodroma castro), etc. Otro habitante de este islote, con una presencia bastante común, es la diminuta musaraña canaria (Crocidura canariensis).

El Roque del Oeste o del Infierno, «No es posible imaginarlo sin verlo; ni comprenderlo en toda su grandeza trágica sin haberlo, con angustia en el alma, alguna vez temido. Más que una isla, es un enor me peñón, un bloque de granito surgiendo, como una infernal aparición, del seno turbulento de las aguas en aquellos mares salvajes».

De esta forma describe el escritor de Teguise, José Bethencourt Cabrera, más conocido por su seudónimo de Ángel Cabrera, el diminuto Roque del Oeste. Precisamente lo hará protagonista, en su novela La Lapa, del naufragio de El Corneta, un barquillo velero que estaba al servicio de los faros de las Islas.


El Roque del Oeste,  roque, conocido también como del Infierno, sirvió para inspirar algunas de las más bellas páginas de la literatura canaria de principios de este siglo. Es el de menores dimensiones del conjunto de los islotes del Norte de Lanzarote, con una superficie de proyección de 6 hectáreas. Su largo alcanza los 225 metros, con una altura máxima de 41 metros. Prácticamente inaccesible, es un monolito de roca que sobresale del mar, resto de un cono volcánico, de materiales basálticos, desmantelado por la erosión. Situado al noreste de Montaña Clara, de la que lo separan menos de 1 .000 metros, es precisamente desde esta isla, donde se le puede apreciar mejor.

A pesar de sus reducidas dimensiones, se ha observado la presencia de algunas especies vegetales, caso de la uvilla de mar (Zygophyllurn fontanesil) o la tabaiba dulce (Euphorbia balsarnifera), no siendo posible precisar el de las especies animales. Los fondos que rodean el Roque, así como las bajas cercanas, presentan una interesante ictiofauna. Señalar al respecto la presencia del Abae Capitán (Mycteroperca rubra), de pigmentación amarilla, o el Romero Capitán (Labrus bergylta), raro de localizar en otras zonas del Archipiélago. Precisamente la riqueza marina ha llevado a plantear la consideración del área como Reserva Marina Integral.

En el Roque del Este la erosión marina ha desmantelado este edificio, dejando solamente los restos de los materiales piroclásticos que formaban un doble cono volcánico. De construcción reciente, cabe situar su origen en el conjunto de episodios eruptivos que dieron lugar a los diferentes islotes del norte de Lanzarote.

Situado a unos doce kilómetros al este de dicha isla, supone el punto más oriental del Archipiélago Canario. Presenta una forma de L invertida, y de su escasa superficie, sobre las siete hectáreas, destacan dos alturas, situadas en ambos extremos. La mayor, al norte, supone los 84 metros, mientras que al sur, sólo se alcanzan los 63 metros.


Uno de los elementos de su relieve muy singula del Roque del Este es El Campanario, una curiosa forma de la roca, labrada de forma natural, en un dique que aflora en su sector noreste. Precisamente en su base se encuentra uno de los elementos más característicos del islote: un túnel rectilíneo, con una longitud de 100 me tros, que lo atraviesa de norte a sur. Esta cueva submarina posee un diámetro que oscila entre los 5 y 10 metros, presentando unas paredes de superficie uniforme. La riqueza biológica de estos fondos, así como de la cercana baja, situada hacia el noreste, han llevado al planteamiento de la necesaria protección de las aguas que rodean al islote, como Reserva Marina Integral.

A pesar de la reducida extensión, donde apenas se alcanzan los 575 metros de longitud, y lo escarpado de su superficie, ello no impide la existencia de algunas escasas plantas, aun que quizá el elemento más destacado sea un lagarto (Gallotía atlántica), considerado como una posible subespecie de este reducido espacio.

Las propias condiciones naturales de su hábitat, así como otros factores, hacen que se encuentre seriamente amenazado. Asimismo, es constatable la presencia, como nidificante, de una docena de parejas de Halcón de Eleonor (Falco eleonorae). Otra especie que cuenta con una colonia reproductora es la gaviota argentea (Larus ar gentatus). Lo escarpado del roque lo hace casi inaccesible, salvo en tiempos de bonanza, existiendo un desembarcadero en la zona conocida por La Cueva.

---------------------------------------------------- rescatado de un artículo de Rubén Naranjo

Bibliografía:
Bravo, T. (1964): Geografía General de las Islas Canarias. Tomo II. Goya cd. Sta. Cruz de Tenerife.
Bacallado, J.J. et al. (1989): Reservas marinas de Canarias. Consejería de Agricultura y Pesca. Gobierno de Canarias. Sta. Cruz de Tenerife.
Martín, A. et al. (1990): Libro Rojo de los vertebrados terrestres de Canarias. Tomo II. Goya Ed. Sta. Cruz de Tenerife.
Rodríguez, W. y Barreto, A. (1989): Lanzarote’, en Geografía de Canarias, Tomo 4. Ed. Interinsular Canaria, Sta. Cruz de Tenerife.
Rodrigo, J.D. et al. (1984): «Los islotes del Norte de Lanzarote», en Aguayro n° 151 Enero-Febrero, Boletín
Informativo de la Caja Insular de Ahorros de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria. -
Extraído de las fichas de Naturaleza Canaria publicadas por el periódico Canarias 7- 1992




El archipiélago Chinijo es un conjunto de islas que se encuentran al noreste de las islas Canarias, frente a las costas del sur de Marruecos. Lo integran las islas mayores de Montaña Clara, Alegranza y La Graciosa (la única habitada con 648 habitantes, Instituto Nacional de Estadística 2008), así como los pequeños islotes de Roque del Este y Roque del Oeste.


El nombre procede del vocablo local chinijo, que quiere decir "pequeño", en alusión a su condición de miniarchipiélago dentro de las islas Canarias.
Está situado sobre una amplia plataforma submarina de menos de cien metros de profundidad, aunque en algunos puntos puede llegar a alcanzar los doscientos metros.

Posee unas 19.270 hectáreas que pertenecen al municipio lanzaroteño de Teguise, en la provincia de Las Palmas.

Cuenta con los espacios protegidos de la Reserva Natural Integral de Los Islotes y el Parque Natural del Archipiélago Chinijo.


El parque tomó su condición de espacio protegido en 1986, y fue reclasificado y reconocido como Zona de especial protección para las aves en 1994.

Este archipiélago constituye la reserva marina más grande de la Unión Europea con 700 kilómetros cuadrados.

Todo el archipiélago Chinijo, conformado por las islas al norte de Lanzarote y su entorno oceánico, genera la mayor reserva marina de Europa por su biodiversidad y peculiares características. Este parque natural es para los científicos la joya del programa Costa Viva, el primer diagnóstico biológico y químico integral de las costas canarias.


Visto desde el aire, el archipiélago Chinijo, al norte de Lanzarote, es un grupo de islas e islotes de origen volcánico, de tonos marrones y ocres que contrastan en las orillas con el verde azulado del mar; las costas de aguas transparentes dejan ver los fondos rocosos y las praderas de algas.


Forman el archipiélago la isla de La Graciosa, los islotes de Alegranza y Montaña Clara, y dos peñascos (el Roque del este y el Roque del Oeste), a los que se añade, en la reserva marina, parte de la costa lanzaroteña.


Isla Graciosa (27 kilómetros cuadrados) está habitada, los islotes no. La zona tiene el mayor índice de biodiversidad del archipiélago canario.


"Este es el límite sur de especies que tienen su distribución en el Atlántico más al Norte y en el Mediterráneo", explica Fernando Tuya, biólogo de ciencias del mar (Universidad de Las Palmas).


"Además, las aguas en el Chinijo son más frías que en el resto de Canarias por la influencia de los filamentos de aguas frías ricas en nutrientes que afloran en la costa africana y que son responsables de la riqueza pesquera del banco canario/sahariano. Si a esto añadimos la gran heterogeneidad de ambientes que se dan en una extensión tan pequeña como el Chinijo, se entiende la importancia de esta reserva".


Por ello, por su valor científico y por sus características singulares, el programa Costa Viva, que arrancó en 2003 con una duración de dos años y financiación del Ministerio de Medio Ambiente, dedica un especial esfuerzo de muestreo en el Chinijo. De la dirección del programa se encarga la Universidad de Las Palmas, y la investigación abarca tres facetas: evaluación del estado de conservación y de las poblaciones de especies; caracterización de ambientes de interés para la conservación; y análisis de la calidad de las aguas, tomando parámetros como contaminantes y nutrientes, o presencia de metales pesados e hidrocarburos, además de características físico-químicas. Así, el programa incluye investigaciones biológicas y químicas y se estructura en cuatro campañas de muestreo, una cada seis meses.


"Una peculiaridad de Costa Viva, que lo convierte en programa pionero en Europa, es que incluye tanto investigación científica como actividades de conservación y de sensibilización", dice Tuya, coordinador del área de biología.
La organización WWF/Adena dedica un esfuerzo especial a Costa Viva, que coordina el biólogo Alexis Rivera. Él explica, por ejemplo, como hace dos años se acabó con los conejos, una especie intrusa,en el islote de Montaña Clara, cazándolos con trampas poco a poco. En Alegranza, Rivera señala los extraños nidos de pardela cenicienta, un ave marina que perfora madrigueras en el suelo o aprovecha las excavadas por otros animales. "Anidan unas 10.000 parejas de pardelas aquí en Alegranza, es la segunda colonia de cría del mundo y la principal en España".


Hay otras especies de singular valor en el Chinijo, y varias de ellas amenazadas. "En toda España sólo quedan 35 o 40 parejas de águila pescadora, o guinche, de ellas 15 ó 20 en Canarias y el resto en Baleares; en concreto, no hay más de nueve parejas en Chinijo", explica Rivera, durante una reciente visita patrocinada por Adena. "Otra especie en peligro de extinción es el alimoche, guirre, con 24 parejas en Canarias, de ellas 22 en Fuenteventura, una en Lanzarote y otra aquí en Alegranza. Y es interesante el hecho de que los análisis genéticos indican que se trata de una subespecie endémica de Canarias".


Costa Viva, pese a haber recorrido sólo la mitad de su trayecto, ya genera resultados, destaca Tuyo. Por ejemplo, los científicos partieron de la hipótesis de que como las islas Canarias orientales y las occidentales son dos entornos biogeográficos diferentes y las primeras reciben la fuerte influencia de los filamentos de aguas frias que inducen la productividad marina, debería ser notoria la diferente distribución de organismos en la zona intermareal. "Efectivamente hemos descubierto una mayor abundancia de burgados (caracoles marinos) en las islas orientales que en las occidentales; sin embargo no apreciamos diferencia en las lapas, cuyas colonias son víctima de la captura intensiva. Estamos presenciando un fenómeno natural enmascarado por el efecto antropogénico, el marisqueo, que provoca la retirada selectiva de las lapas".


Otro tema interesante es el papel de los erizos de púas largas en la cascada trófica de las aguas en Canarias, jugando un papel clave entre las algas y los peces, depredadores de alto nivel trófico. "A diferencia del Mediterráneo, donde hay unos grupos de peces e invertebrados que influyen en la estructura de la población de las algas, aquí es este erizo (herbívoro) el que determina la distribución de especies", explica Tuyo.


Mientras avanza la investigación, la faceta de conservación de Costa Viva tiene ya identificadas las peores amenazas. La sobreexplotación de recursos pesqueros y marisqueros, la caza furtiva, el impacto de barcos en los fondeos, el vertidos de aguas residuales, la contaminación y la introducción de especies exóticas son los mayores riesgos para el Parque Natural del Chinijo, dice Rivera.





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