

Para después de la excursión se aconseja a los niños visitar el Parque Tropical de Guinate. Y luego almorzar en Yé o Arrieta y para terminar la tarde tomar un café en el Mirador del Río.

Su inicio se encuentra en el punto intermedio entre el casco de Yé y la iglesia de este pueblo norteño de Lanzarote, donde podremos estacionar cómodamente los vehículos de transporte.
En este punto se abordará una subidita constante que permite disfrutar en cualquier dirección de diversas panorámicas espectaculares.
Desde los primeros momentos del paseo atravesaremos multitud de higueras y viñas, una de las notas predominantes de la zona norte lanzaroteña, al tiempo que dejamos atrás la costumbrista arquitectura de Yé, cuyo blanco homogéneo se conjuga con las puertas verdes que aluden a la hoja de parra.
No hay pérdida en cuanto a la continuidad de la vereda durante todo el trayecto. Sí existe, en cambio, un incremento del desnivel en su parte final (a los 20 minutos de camino) que, sin embargo, resulta completamente asumible para quienes posean una mínima forma física, niños de entre ocho a diez años incluidos.
Además de los productos de la tierra, presentes en todo el trayecto (uvas, higos), el sendero de La Corona se caracteriza por la presencia ininterrumpida de numerosas plantas de la flora lanzaroteña.
Una vez en la cúspide del Volcán, los caminantes podrán gozar de las espectaculares y variadas vistas. Hacia el norte, la mirada se puede recrear con la contemplación de la inmensa mar y el Roque del Este (islote del Archipiélago Chinijo) o con la estampa resultante de las viñas de Yé.
Al este aparece la costa de Mala y Arrieta.

Especial cuidado deberemos tener, atentos a la fuerza del viento y los accidentes del terreno, si decidimos rodear la cúspide.
Anímese a bajar al interior del cono volcánico, pues aunque el esfuerzo sea un poco más duro (sobre todo en el retorno a la cúspide de La Corona) disfrutará de un curioso momento de tranquilidad entre los peñascos caídos
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