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LANZAROTE, puente y emigración


Después de la conquista de las Islas Canarias por los castellanos, éstas se convierten en un centro privilegiado para el descubrimiento y colonización de las Antillas por Colón, ya que es el paso obligado de los barcos que van hacia América, necesitados de repostar en los puertos canarios. Las Islas se van a convertir en un intermediario del intercambio de plantas y animales entre ambos lados del Atlántico (caña de azúcar, platanera, ñame africano, cerdo, cabra, oveja, etc.). También, los canarios participan en la posterior conquista de los nuevos territorios como guías de las expediciones que hacían escala en los puertos de La Gomera y de Tenerife.

Para el investigador, el principal problema del siglo XVI es saber el número aproximado de canarios que parten para América ya que todavía el Archipiélago es tierra de colonización.

Además, Canarias puede comerciar con las Indias desde el principio de la colonización e, incluso, personas que tienen problemas para trasladarse desde Sevilla hasta América salen desde Canarias ya que el monopolio sevillano no puede controlar el movimiento de personas desde el Archipiélago hacia el Nuevo Mundo. Los canarios pueden partir con la sola autorización del capitán del navío.

Se puede decir que los isleños que embarcan rumbo a las Indias lo hacen más como soldados que como colonos, aunque al final acaban dedicándose a la agricultura.

De esta época son las expediciones de Pedro de Mendoza, que hará la primera fundación de Buenos Aires, y que recluta soldados en Tenerife en 1535, o la del hijo del primer adelantado, Pedro Fernández de Lugo, que forma una expedición, de la que la mitad de los integrantes son canarios, para la conquista de Santa Marta de Colombia, donde muere el mismo Fernández de Lugo.

Algunos historiadores y estudiosos creen que a este movimiento de canarios no se debería llamar emigración en sentido estricto, aunque Canarias sí fue una base para el traslado al Nuevo Mundo de un número elevado de colonos. Los canarios emigrantes hacia las Indias constituyen una cifra mayor que las que figuran en el registro de pasajeros de Sevilla, ya que desde los puertos de Gran Canaria, Tenerife y La Palma se comercia con las Indias dando salida a sus productos, al mismo tiempo que surge el nuevo fenómeno que supone el contrabando.

A comienzos del siglo XVII existe cierta facilidad para comerciar con América desde las Islas, lo que impulsó la emigración, que la Corona intentó frenar sin conseguirlo.

A mediados del mismo siglo, Canarias vive una época de crisis que viene marcada por una bajada en las exportaciones del vino de malvasía, ya que la independencia de Portugal y sus estrechas relaciones con Inglaterra hacen que se limite la presencia del vino isleño en el mercado europeo y colonial. Por ello se produce un endurecimiento en las condiciones de vida de la población. La isla más afectada es Tenerife, y de ella saldrá en esta época el 70% de la emigración canaria a América. Al mismo tiempo, las malas cosechas y sequías, producen revueltas sociales agravadas por la presión sobre la tierra y el agua, ejercida por los grandes propietarios. Para los trabajadores, la emigración se convierte en válvula de escape, y así las clases dominantes canarias pueden continuar detentando los privilegios comerciales con América. Por esta razón surge el denominado “tributo de sangre” en 1678, que consistía en la obligación de poblar con canarios los territorios deshabitados de América a cambio de mantener su comercio privilegiado: 50 familias por cada 1.000 toneladas de mercaderías.

En estos siglos los destinos más importantes de los emigrantes canarios son Santo Domingo, Puerto Rico, Venezuela y Cuba.

  
En Santo Domingo, las autoridades locales pidieron a la corona española familias canarias para frenar la expansión francesa. Surge así la localidad de San Carlos de Tenerife, en cuya iglesia se venera a la Virgen de Candelaria.

En Puerto Rico, la década de 1720 será la de mayor impulso de la emigración grancanaria y tinerfeña.

Venezuela será otro de los focos importantes de inmigración debido a su escasa población. Se empleó para ello la política misional, siendo las órdenes religiosas las que pedían familias canarias para fundar localidades de españoles, por lo que las grandes familias canarias pedían mantener sus privilegios señoriales y mercantiles.

Cuba también era otro de los grandes destinos de la migración canaria. La Habana concentraba la mayor parte de la población y el resto de la isla estaba prácticamente vacía. En la capital se asentarán familias canarias dedicadas a la agricultura, sobre todo al cultivo del tabaco. En un primer momento se localizan en La Habana y, posteriormente, en otras localidades impulsadas por la propia corona, como por ejemplo Matanzas o Santiago de las Vegas.

Otros focos minoritarios de emigración canaria en estos siglos fue, en el Río de la Plata, la fundación de Montevideo por entre veinticinco y treinta familias canarias a las que se unieron otras procedentes de Buenos Aires. En Texas, también un grupo de canarios fundó un núcleo de población cerca de la antigua misión de San Antonio. En la península de Florida asimismo hubo asentamientos de isleños, algunos de los cuales se verán obligados a repatriarse a Cuba tras la guerra con Inglaterra y la cesión de aquel territorio al Reino Unido. En la península del Yucatán se instalarán familias canarias para restaurar el dominio español en la zona.

También cabe destacar que a la Costa de los Mosquitos en Centroamérica llegaron 306 canarios, pero fracasó el intento de poblar esta región debido a la hostilidad indígena y a los problemas sanitarios.

Por último, en esta época destaca el desembarco de isleños en La Luisiana, para la que embarcan, entre 1777 y 1783, 4.000 canarios, de los que llegan a este territorio sólo aproximadamente la mitad y fundan cuatro localidades: San Bernardo, Barataria, Galvezton y Valenzuela. La otra mitad de los embarcados se queda en Cuba y Venezuela.

Este siglo viene marcado por el afianzamiento de la ley del libre comercio y por la independencia americana. Parece que en un principio la emigración canaria no se paró, sino que se ralentizó, evolucionando a partir de la década de 1830-40. Dos de los destinos más importantes en este siglo van a ser Venezuela y Uruguay, con 1.875 y 493 personas, respectivamente.

Uruguay se convirtió en el país preferente de los majoreros y conejeros, llegándose a cifrar en unas 8.200 personas las que emigraron hasta 1845 y que transformaron el interior del país. La mayoría de ellos se dedicó a la agricultura. Cuando estalló la Guerra Grande (entre Uruguay y Argentina), la situación de los canarios se agravó ya que se les obligó al alistamiento a los varones entre los 14 y 45 años. Esta emigración continuó hasta finales del siglo.

Después de la independencia venezolana, el Gobierno permitió la inmigración de canarios como paliativo a las pérdidas demográficas propias de la guerra, así como a la abolición de la esclavitud. Mayoritariamente fueron tinerfeños los que partieron a este nuevo país. Los alicientes que se les ofrecían era la exención del servicio militar, los atractivos económicos propios de un país nuevo y los lazos familiares. En esta república latinoamericana nació la primera publicación independentista canaria: nos estamos refiriendo a la revista ‘El Guanche’ (1897-1898), fundada y dirigida por José Esteban Guerra Zerpa y Secundino Delgado Rodríguez (al que algunos catalogan como el “padre” del nacionalismo canario).

Sin duda Cuba es, con mucha diferencia, el país que recibe más inmigrantes canarios en el siglo XIX; esto es, de los 23.623 individuos que partieron de las Islas, 19.627 (83,08%) tuvieron como destino la Gran Antilla. Y ello se debió a la situación económica que atravesaba el Archipiélago, actuando como factor de expulsión, a lo que se combinó la bonanza económica de ésta, como elemento de atracción. A lo dicho hay que añadir que la presencia canaria en la Isla fue una de las más importantes dentro del contexto inmigratorio español.

El isleño se identificó y se adaptó tanto a la realidad cubana que incluso luchó por su independencia. Su contribución a la “Guerra del 95” es la más destacada comparativamente con el resto de regiones españolas que también aportaron efectivos. Aunque así mismo canarios participaron, en mayor número lógicamente, dentro de las fuerzas leales al Gobierno, en su pretensión de que la Isla siguiese siendo una provincia más del territorio español.

Finalmente otros destinos de la emigración canaria decimonónica fueron Puerto Rico, con 399 inmigrantes; Argentina, con 115; México, con 58; Brasil, con 50; Costa Rica, con 42, etcétera.

@artículo de Isidoro Santana Gil  - historiador y profesor de Secundaria -.

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