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* El Mojón,... totem de Teseguite


La piedra

La piedra es la criatura
perfecta
igual a sí misma
vigilante de sus fronteras
exactamente repleta
de pétreo sentido
con un aroma que a nada recuerda
a nadie espanta no despierta codicia
su ardor y frío
son justos y están llenos de dignidad
siento su duro reproche
cuando la apreso en mi mano
y su noble cuerpo
absorbe el falso calor
-Las piedras no se dejan domesticar
hasta el final nos mirarán
con su mirada tranquila clarísima

Versión de Xaverio Ballester- 1961

La historia socioeconómica de Lanzarote ha venido marcada por la huella que sus habitantes han dejado sobre el paisaje.

Pero no solo los hombres han dejado marca de su paso por estas tierras, sino que las rocas también han dejado monumentos por todos sus rincones. 

 En algunos más que en otros y el Mojón de Teseguite es una prueba palpable de estas palabras.

  
Esta impronta, elevada a categoría cultural y humana, se transforma en espacio geográfico en el que conviven dos visiones paralelas y absolutamente complementarias:

el espacio físico y humano; y el juicio, la comprensión y la percepción que del mismo tiene la comunidad que lo habita.

Transformando y compartiendo ese monumentos de piedra en zonas de cultivo tradicionales de esta preciosa, inóspita  y curiosa isla.

Por tanto, el paisaje hay que verlo necesariamente como un tejido sutil y complejo donde cristalizan toda suerte de hechos geográficos; unos afortunados y otros aparentemente no tanto.

Así, el paisaje requiere ser abordado desde una perspectiva multicausal y multidisciplinar que facilite miradas nuevas y que, pese a la irracional imperante, sea capaz de incluir en su cuenta de resultados un epígrafe para los que no  confunden el valor con el precio... que diría Machado.

Una mirada retrospectiva sobre las formas de ocupación del territorio evidencia que el tan cacareado tema de la ocupación desafortunada del territorio no es precisamente un fenómeno exclusivo de los tiempos que corren.

En efecto, resulta indiscutible que la mayoría de las formas de organización productiva, por las que secularmente han pasado las distintas sociedades del Planeta, vienen caracterizadas por su sospechosa orientación en el camino de la sostenibilidad.

Obviamente, Lanzarote no ha sido una excepción. Primero fueron las transformaciones propias derivadas de la introducción de la agricultura y la ganadería.


Más tarde la actividad pesquera y su orientación industrial que, de manera creciente, provocó transformaciones ue agudizaron su presencia en el paisaje n relación directa al grado de desarrollo tecnológico el momento.

Sin embargo, las alteraciones spaciales provocadas por las actividades productivas tradicionales quedan en un segundo plano cuando se produce el tremendo impacto que conlleva la llegada del fenómeno urbanizador, al amparo de un modelo de desarrollo turístico descontrolado.

Todas estas formas de ocupación y creación de paisaje han contribuido a generar nuevas y cambiantes imágenes de la Isla, a la vez que tal dinámica de cambios ha incrementado la confusión.

Curiosamente, todos los ejemplos de este continuo proceso de transformación han venido justificados por el legítimo derecho que tienen todos los seres vivos de adaptarse con las máximas garantías a un determinado territorio.


En el caso particular de la especie humana, la utilización de mecanismos de adaptación se traducía, tradicionalmente, en un progresivo conocimiento del medio que, por necesidad vital, era transmitido de generación en generación.

Precisamente en las vegas de Teseguite podemos ver uno de los muchos sistemas tradicionales de cultivo de la isla que se han transmitido de “generación en generación”, y ese tipo de cultivo se denomina : las gavias.

Consiste en preparar un terreno escalonado, en el que entra y se posa el agua de la escorrentía tras las lluvias; así el terreno ‘bebe’ y se planta sobre él.

A veces la complejidad de las gavias puede ser enorme, teniendo canales de entrada, con compuertas de cierre, rebosaderos para pasar de una gavia a otra tras el llenado de la primera, etc. O pueden ser simples nateros o bebederos.

Millo, sandias, higueras, melones, son algunos de sus cultivos.

Teseguite es por tanto tradición y misterio, además de  muchísimos más adjetivos,  dado que no se ha quedado enquistada y quieta en el tiempo, habiendo conseguido convivir y compartir su cuerpo con todo ser que pisa y respira en este entorno, aunque sea cada día más dificil conseguir esa conservación permanente que la tradición de subsistencia necesitaría. Sobre todo por la conexión y convivencia con el turismo y el lujo de esta civilización occidental del que Teseguite se ha visto envuelta y adornada desde el siglo XX y sobre todo en este nuestro siglo reciente XXI.

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